Escuche un susurro.
- Hija despierta.
Me moví y trate de abrir los ojos pero volví a cerrarlos a causa de la luz. Después de unos segundos los abrí luchando contra la incomodidad.
- ¿Papá? -susurre.
-Si Amy, creo que no esta bien que duermas toda la tarde.
- ¿Como dices? -desperté de golpe.
Gire mi vista hacia el reloj.
- Oh -me quede sorprendida-. Es enserio o lo adelantaste.
- Amy, son las cuatro de la tarde.
-De acuerdo -me descobije-. En mi vida me volveré a dormir temprano -dije mientras me sentaba al borde de la cama.
Mi papá rió.
- No es el fin del mundo Amy.
- Ya se papá, pero... no, no, no -dije levantandome.
Me dirigí al baño.
- Te espero abajo para comer.
- Si papá me apurare para hacer la comida -dije recogiendome el cabello en una cola de caballo.
- Ya la hice Amy, solo es para que comamos.
Me detuve al escuchar eso.
- ¿Como dices? -pregunte dandome la vuelta para mirarlo.
- El hecho de que este ocupado, no quiere decir que no pueda cocinar -sonrió estando ya en la puerta.
- Bien -dije sorprendida-. Bajo en unos minutos -sonreí.
Mi padre rió al ver mi expresión, después salio.
Debo admitirlo, mi padre tiene razón, por el simple hecho de trabajar todo el día no quiere decir que no pueda cocinar, y orgullosamente lo había comprobado.
- ¿Donde aprendiste a cocinar así? -pregunte estando a punto de beber mi jugo.
- Conociste a tu abuela -rió-. Ella me enseño, dijo que tenia que aprender porque no sabia que era lo que me esperaba en la vida
- Y tuvo razón -sonreí.
- Si, y se lo agradezco... si no, estuviera muriendo de hambre.
- Hay ya papá no exageres -dije apenada.
La verdad es que me hacia tener vergüenza el hecho de levantarme tarde.
Mi papá volvió a reír al mirarme.
- ¿Porque ese buen humor? -cuestione.
Sabia que no iba a querer decirme, pero quería intentarlo.
- Amy, buen intento.
- Papá, es que sabes que no me gusta que me dejen así, con la curiosidad devorandome.
- Mira ahora quien es la exagerada -rió-. Además no falta mucho, ya mañana sabrás.
- Bueno si, pero... aun así estaré con la curiosidad.
- Tranquila cariño... el tiempo pasa rápido.
- No cuando quieres que sea rápido...
Lo mire molesta.
- Mañana saldremos a cenar ponte algo lindo.
- Papá sabes que no tengo nada lindo -hice unas comillas en el aire.
- Bueno -se hizo de lado para sacar su cartera-. Entonces, comprate algo lindo -dijo al momento que dejaba unos cuantos billetes frente a mi.
Lo mire y luego mire los billetes.
- ¿Sabes? Podría llevar el vestido que me puse en la cena con los padres de Ben.
- No cariño, ya lo llevaste a la fiesta de año nuevo también.
- Eso que... una tercera vez no estaría mal.
- No me discuta jovencita y tome ese dinero -me dijo serio.
- Esta bien, esta bien... -tome el dinero-. Papá, tocando el tema de Ben... me invito a su fiesta de cumpleaños.
- ¿Ah si? -me miro interesado-. ¿Cuando?
- Si, el próximo jueves.
- ¿Con quien iras?
- Ni idea papá
- Quien te llevara y quien te traerá
- Papá puedo cuidarme sola.
Mi padre me miro serio.
- Ben se ofreció a mandar a alguien por mi y que me vinieran a dejar -dije resignada.
- De acuerdo... así esta bien, puedes ir.
- Gracias papá -dije a regañadientes
Ahora que tenia el permiso debía buscar un pretexto para que mi padre no se diera cuenta de que me iría y regresaría sola, y Ben no se enterara que le había dicho a mi padre que iban a recogerme y dejarme. Algo se me ocurriría.
Aunque quisiera negarlo, en realidad el tiempo si había pasado rápido, estaba en la cuarta tienda mirando los vestidos, ninguno me había gustado, bueno si, pero no para mi.
Pase al siguiente pasillo mirando los vestidos, no era una experta en ropa así que no tenia una idea de que usar.
Después de unos minutos encontré uno que llamo mi atención, lo tome y me dirigí al probador esperando que me quedara ya que no podía pasar dos horas mas buscando otro.
Por suerte el vestido me había quedado a la perfección, estaba acomodándome el cabello suelto. Mi padre me dijo que la cena era muy importante así que decidí arreglarme lo mejor posible. Aunque no me llene de maquillaje, solo un poco de brillo labial y resalte mis ojos con un delineador negro. Me veía un poco mas alta debido a los tacones que llevaba puestos sinceramente los odiaba.
Me mire en el espejo de cuerpo completo... no estaba mal, el vestido realmente me gustaba.
- Amy -escuche a mi padre llamarme desde el primer piso.
Baje con cuidado las escaleras temiendo caerme.
En cuanto mi padre me vio se quedo asombrado.
- Hija estas hermosa.
- Gracias papá -dije sonrojada
- Tenemos que irnos.
Salimos de la casa y entramos al auto.
- Y entonces... ¿cual es el misterio? -pregunte colocándome el cinturón de seguridad.
- Bueno -mi padre se notaba nervioso-. Amy -comenzó a conducir.
- Escucho -dije esperando la respuesta.
- Amy, tu sabes que nuestra situación con tu madre fue complicada -torcí los ojos al escuchar eso-. Y sabes que quiero lo mejor para ti, quiero que estés bien y no te haga falta nada.
- Todo esta perfecto papá -dije sin sospechar a que punto quería llegar.
Se quedo callado durante el resto del trayecto, aun dudaba en decírmelo y a mi seguía comiéndome viva la curiosidad.
Pasados unos minutos, se estaciono frente a una casa que no conocía.
- Amy
Se volvió hacia mi.
- No quiero que te falte nada, ni comida, refugio, medicinas, estudios... ni si quiera una figura materna.
Mi boca se entre abrió mostrando sorpresa...
- ¿Que? -pregunte incrédula.
Era lo que estaba pensando
- Conocí a una mujer... quiero hacer mi vida con ella, es una persona maravillosa, solo dale una oportunidad hija... por favor.
Seguí mirando a mi padre sorprendida... no quería. ¿Que si esa "figura materna" resultaba como mi madre? ¿que si volvía a hacer mi vida un infierno? no quería... no me dejaría... no viviría otro infierno...
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