Veinte minutos después de las ocho.
Tamborilee los dedos contra mi pierna.
- Tranquila Amy -Liam coloco su mano sobre la mía impidiendo que siguiera haciendo mi movimiento nervioso.
- Ya pasan de las ocho Liam -lo mire.
- Tu sabes que es imposible llegar puntual, por alguna u otra razón.
- Ya se pero...
- Amy, tranquila -sonrió.
- ¿Parezco loca frustrada?
- Desesperada, seria el termino correcto.
- Gracias -conteste con sarcasmo.
- Para eso estamos los hermanos -rió.
Bostece debido al cansancio, no había dormido bien, y estar catorce horas sentada no ayudaba para nada. Lastimosamente no pude dormir en el vuelo, la ansiedad de llegar con el podía mas que mis necesidades.
Diez eternos minutos después la azafata nos indico que nos colocáramos los cinturones, pues íbamos a aterrizar. Sonreí al escuchar aquello, se que no podría ver a Logan a esta hora, eran las ocho y media, y haciendo lo necesario con suerte llegaríamos a las diez a casa, pero el simple hecho de hallarme en la misma tierra que el me hacia sentir inmensamente feliz.
Baje con gran felicidad del avión, apenas estuve fuera, saque mi celular y llame a Logan.
Espere, pero no atendió. Fruncí el ceño inconforme, quizá estuviera durmiendo... quizá no llevara el celular, guarde el mio en el bolso de mi pantalón y me apresure a colocarme el sweater, tal y como lo había previsto hacia un frío considerable. Tardamos un buen tiempo esperando nuestras maletas, al fin, salimos del aeropuerto, un chico le entrego unas llaves a mi padre, al parecer el Mercedes de papá se había quedado esperando las dos semanas enteras. Subimos al auto y emprendimos el viaje de vuelta a casa.
- Te veo mañana -sonrió Liam mientras dejaba su celular en el asiento del auto-. ¿Porque esa cara Amy? ¿no era que querías regresar?
- Logan no atendió su celular -dije curvando mi labio inferior hacia afuera.
- Quizás no haya escuchado, pero seguro te llama -confió.
- Bien -dije cruzándome de brazos.
- ¿Sabes? a veces tienes arranques de niña pequeña -se burlo.
- Mentiroso -le enseñe la lengua confirmando su acusación.
- ¡Lo ves! -dijo riendo.
- Liam -proteste.
- Sabes que bromeo Amy -dijo pasando su brazo por mis hombros.
- ¿Si? pues ya estas grandesito como para hacerme enojar así -dije inconforme aun.
- No lo creo... debo recuperar los años que perdí -sonrió.
Lo mire enarcando una ceja.
- ¿Así que me molestaras... -simule contar con los dedos- hasta los treinta y seis años?
- Puede ser -sonrió.
- No lo creo -dije cruzándome de brazos nuevamente.
- Ya lo veremos hermanita -sonrió burlonamente.
- Niños dejen de discutir -nos regaño Mikeila.
- Mamá, no soy un niño -ahora Liam fruncía el ceño.
- Eso parece -rió ella.
- Tengo diecinueve -se quejo.
- Pues me molestaras hasta los treinta y seis ¿no?
- Están en mi contra -dijo haciéndose la víctima.
Mikeila y yo reímos al unisono.
- Que graciosas -dijo sarcásticamente.
- Eres divertido Liam -dije entre risas.
El me miro serio pero después de unos segundos su risa se unió a la mía.
- Llegamos -dijo mi padre al fin.
Gire la vista hacia aquella casa blanca, sonreí por estar ya en casa.
Baje y espere mi maleta, en cuanto mi padre giro el picaporte entre a la casa prácticamente corriendo, subí a mi habitación y me eche en cama.
- Por fin -sonreí.
Me senté en la cama sacando mi celular de mi bolsillo, lo mire recordando la llamada no respondida, lo coloque en mi mesa de noche y me arrodille ante mis maletas, las abrí y sin ganas comencé a sacar toda mi ropa esparciéndola por el piso, llegue hasta aquel peluche blanco, no pude evitar sonreír al verlo.
- ¿Y tu... lo extrañas? -pregunte como si me fuese a responder-. Seguro que si... ¿crees que el me extrañe? -dije jugando con su pelaje.
- Seguro que si.
Mi corazón se detuvo al escuchar esa voz... esa voz que me robaba el alma.
Me di la vuelta levantándome de golpe, ahí estaba el, tan perfecto, como siempre.
Sin poder evitarlo corrí hacia el lanzándome a sus brazos, el me recibió sonriendo.
- Bienvenida -susurro a mi oído.
Respire ese perfume haciéndome inmensamente feliz.
Me separe de el mirando su rostro nuevamente, tornándome seria.
- No contestaste -fingí estar molesta y me cruce de brazos.
El rió ante mi comportamiento, tomando mi rostro entre sus manos.
- Yo también te extrañe -dijo acercándose a mi.
Volvía esa sensación... esa que me hacia débil lentamente, que me trasportaba hacia otro mundo, uno donde estábamos solo el y yo, sin nadie mas. Mis labios disfrutaron de la invasión y atacaron sin querer quedarse atrás, por instinto coloque mis brazos sobre su nuca y el me acerco mas a el rodeándome la cintura. Nos separamos quedando abrazados.
- No sabes como extrañe esto -dijo sonriendo.
Sonreí perdiéndome en aquellos ojos castaños, sin duda era mas que feliz estando de vuelta, estando a su lado.