Abrí la puerta de la cafetería. Cedric estaba allí, como todos los días, sentado en la mesa del fondo. Yo me acerqué y me senté delante de él. Sus ojos azules celestes me miraron con dulzura.
-Te puedes imaginar que hoy hace diez meses que nos conocemos.- dijo él sonriendo.
-Sí, pero nunca hemos salido de esta cafetería.-dije suspirando.- Ya se que tienes que ocuparte del negocio...
Yo intenté tocarle su mano, pero el la apartó bruscamente.
-Em...- murmuró él.- Ven a las cinco al salir de clase, te estaré esperando aquí como cada día.
-Sí, como siempre. –dije alzándome de la silla.
-¿Qué?- dijo Valeria con la boca abierta. –¿Te apartó la mano?
El profesor de matemáticas, Antonio, le lanzó una mirada furiosa y él continuó explicando la ecuación de la pizarra.
-Tal vez no le interesas... – dijo ella cogiéndose un mechón de pelo ondulado. –¿Pero a ti te gusta?
- ¿Encontraste las fotos del anuario?- le dije rápidamente.
-Abril, no cambies de tema, hoy me lo presentas al salir de clase. – dijo ella ordenando las hojas de su mesa.
Valeria se apresuró a abrir la puerta de la cafetería. Cedric estaba sentado en la misma mesa, la del fondo, pero esta vez él se acercó a nosotras.
-Cedric, te presento a Valeria. Valeria él es Cedric.
Valeria miró hacia todos los lados.
-Debe de ser muy pequeño, porque no lo veo... – dijo mirándome con los ojos abiertos.
-Abril, escucha...-dijo Cedric.
-Lo siento, Cedric, no la quería traer.- le contesté.
-Abril, me estas preocupando.- dijo ella riendo.- ¿Con quien hablas?
Señalé a Cedric, pero Valeria se empezó a reír.
-Anda, loca, nos vemos mañana en el instituto.- dijo Valeria saliendo de la cafetería.
Miré desconcertada a Cedric.
-Abril, tengo que decirte una cosa, que te tendría que haber dicho antes.- dijo él. –Yo nací en el 1707 y morí el 26 de diciembre del año 1718.
Me tapé la boca con la mano e intenté tocar sus dorados rizos, pero en vez de notar un cosquilleo en mis yemas no noté nada y luego fui a tocarle la cara pero mi mano la atravesó como si fuera aire. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
-Abril, te he estado esperando más de cien años. Tú eres la única que me puede ver, porque eres mi alma gemela. Cuando una alma de las dos muere, esta espera a la otra todos los años que haga falta. –me dijo murmurando. –Te quiero Abril, quiero que estés conmigo. Si te doy un beso, tu alma vendrá con migo, pero tú....
- Besame.- le dije cerrando mis ojos.
Noté un cosquilleo en mis labios y abrí los ojos, Cedric me tocó la mejilla y noté su mano cálida.
Dejé mi vida mortal atrás y avancé con Cedric por fin de la mano.
Sibtem.